miércoles, 13 de octubre de 2010

Espejos

Como humanos que somos, funcionamos comunicándonos, existimos porque otro nos escucha y pensamos, a veces, según lo que piensan los demás. No podríamos estar solos en el mundo, nos volveríamos locos, dudaríamos de nosotros mismos. Pero también es en la comunicación donde está la trampa, comunicamos más de lo que creemos y hacemos que los demás reflejen cómo nos sentimos, sin que nos demos cuenta.

Cuando andamos depresivos en general vemos todo gris, malvado e hiriente. La gente que nos rodea parece no atenderte, tratarte mal o herirte más. A veces incluso vemos que muchas personas con las que conversamos están tristes también. Cuando andamos felices es todo lo contrario y el mundo vibra con nosotros y todo reboza de energía.

Es que estamos transmitiendo nuestro sentir a los demás a través de pequeños detalles de nuestro cuerpo, nuestro cerebro lo absorbe inconscientemente y nos adaptamos a cómo está la otra persona. En este proceso todas las personas se transforman en un espejo, y nos realimentan con nuestro sentir, así como también pueden chocar diferentes estados y contagiarnos de felicidad cuando estamos tristes, o bajarnos el ánimo cuando estamos contentos.

El punto que quiero llegar es que muchas veces creamos nuestras propias atmósferas, nos encerramos en cárceles de emociones y de paso contagiamos al resto con lo que sentimos, sea bueno o malo. Y, esto tengo que aprenderlo si o si, me declaro culpable de no respetarlo, pensar más fríamente las cosas, fuera de esa reflexión que puede hacer más obscuro un negro pensamiento, o cegarnos en dicha cuando no la hay del todo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario