No dejo de oír esa frase en toda acción en que se participa, o se compite o que simplemente se hace por razones simples. Te lo dicen para sacarte el jugo, para motivarte, explotarte, aprovecharse de ti, presionarte, etc... Pero al final, cuándo no damos lo mejor de nosotros.
Sería bastante penca que en algo que nos gusta no lo diéramos todo, y pasa muchas veces, pero no por voluntad nuestra, ni porque no queramos entregarnos por completo a la tarea. La vida tiene tantos factores que al final, seamos conscientes de ello o no, nos van quitando parte de nuestra fuerza, como si fuéramos un trozo de pizza dividido por las circunstancias.
Y es que, tomando las palabras que alguna vez fueron imaginadas para Bilbo Bolsón, nos sentimos como mantequilla embarrada sobre demasiado pan. Terminamos agotándonos a medio camino de las muchas cosas que tenemos que hacer, de lo poco que tenemos para quienes queremos y lo que queremos hacer. ¿qué cresta son esas cosas tan importantes que nos sacan de lo que queremos y nos meten en lo que tenemos que hacer?
De todas maneras parece, que cuando se ve de afuera, notan a una persona esforzada, dedicada, posiblemente exitosa, pero lo que hay que preguntarse es si es feliz así. Hay que detenerse un poco y pensar qué sentido tiene hacer las cosas, o qué uno obtiene al final de realizarlas, si vale la pena el esfuerzo, si seremos felices durante y después de atravesar esos momentos, momentos que después serán nuestros recuerdos y que, con algo de suerte, serán las historias que contaremos a los demás antes de partir.
Cuarenta y Dos
¿42 necesita descripción?
lunes, 5 de septiembre de 2011
lunes, 22 de noviembre de 2010
Jugar con dinero
Esto ya va más allá del egoísmo, tiene que ver con más y más comportamientos que estamos aceptando como válidos, es más, los celebramos y apoyamos. Incluso, está relacionado por lo que entendemos como trabajo y comprendemos como útil, no solo para uno mismo, sino que para todos. Lo que sucede es que poco a poco vemos que, en cierta forma, todo parece más un juego en el que hay ganadores y perdedores, solo que los que en verdad tienen una función en esta sociedad son los vencidos y castigados por ello, mientras los vencedores pueden jactarse de hacer nada y disfrutar los frutos de los demás.
Se les llama especuladores, emprendedores, empresarios, gente que a través de movimientos de dinero genera aun más dinero, sin que en este proceso se haya aportado más que este flujo de capital a través de acciones, compras y ventas de ideas, productos, dinero (?), etc. No hay más beneficio que el propio, no hay más aporte a la sociedad que el haber colocado papeles verdes acá o allá. Alguien podría decir que se están arriesgando, que eso ya de por si tiene precio, que está permitido y se están cumpliendo las reglas del juego, pero es el aporte el que importa, lo que se está entregando a la demás gente, que es lo que finalmente terminan haciendo otros.
Y ya no nos importa, es más, miramos de mala manera a quienes dan todo su trabajo, ya sea físico o mental. Es que, por ejemplo, trabajar en la construcción o ser basurero es mirado en menos, a pesar de que se arriesga la vida en ello y que son base del trabajo, sin la cual no podrían haber edificios o limpieza en las ciudades. Pero cómo se reacciona ante alguien que tiene poder económico, que ostenta cosas, todo se vuelve diferente. Es más, probablemente ni se cuestione su trabajo, Debe ser importante, es sin dudas alguien que admirar. ¿Cuánto ha aportado en pos de que todos estemos mejor? no que la economía, tan perfecta para algunos, trata de conseguir estar siempre mejor que antes y así crecer hasta el infinito.
Incluso a la Iglesia ya no le importa esto hoy en día, parece más ocupada de erradicar personas que ningún mal hacen, como rockeros, gays, lesbianas, parejas que usan condón y demás aberraciones, según ellos. Se preocupan más de la estampida de fieles que buscan la verdadera fe, no esa que venden en cada misa por un par de monedas en la ofrenda. Uno llega a creer que han caído en el mismo juego que los empresarios de la televisión y sólo están buscando más "raiting" con cada aparición del Papa. Pero no siempre fue así, y para eso tenemos la Biblia que cuenta sobre un tal Jesús, que vivió entre los pobres y humildes y que los engrandeció, pues la riqueza para él no estaba en el dinero, sino que en las personas. Es más, su sacrificio hoy en día parece vano y falto de razones, cuando fue por luchar contra el gobierno y las leyes y las duras consecuencias que estás tenían para la gente que dio su vida.
Seas o no creyente el ejemplo es claro, puedes tomarlo como historia real, como un cuento, pero lo que enseña sigue siendo válido y real. No podemos construir nuestra sociedad tomando cada uno caminos distintos y compitiendo además por llegar más rápido a la nada. No es el éxito económico el que buscamos, el dinero por dinero, sino que el beneficiar a todos con lo que hacemos. Es claro, incluso Adam Smith lo dijo, necesitamos de los demás para sobrevivir, pero no de una forma egoísta, sólo negociando lo que tenemos. Somos más inteligentes que eso, podemos colaborar y compartir nuestro trabajo.
Solo queda un pero, necesitamos difundir una nueva forma de pensar, en que se valore lo que hacemos y no lo que poseemos. En que el más admirado sea quien más ha aportado a que todo sea mejor y no quien de lo mejor que tenemos se ha beneficiado para si. La iglesia está gastada y sin credibilidad, los profesores están amarrados a sus sueldos y formas cuadradas de enseñar, las familias divididas por el exceso de trabajo y necesidades, que muchas veces son inventadas además, medios de comunicación que solo publican lo que les reporte más ganancia y no lo que de verdad ocurre e importa. Necesitamos una nueva fuerza crítica y no veo más posibilidad que nosotros mismos, nuestra generación, dueña de su destino aun, que está apunto de salir de la forja y lista para ser útil para el país y mejor aun, lista para Ser este país y mundo.
lunes, 18 de octubre de 2010
¿Qué quieres ser?
¿Te lo has preguntado? ¿Ingeniero? ¿Médico, tal vez? ¿Millonario? Sí, todos hemos pensado en respuestas de ese tipo, pero... ¿Sabemos realmente qué queremos ser?
La gran mayoría dirá que quiere ser exitoso. Pero más preguntas... ¿Qué es el éxito? No sé, hoy en día se cree que el éxito es ganar mucho dinero, escalar muchas posiciones en el trabajo escogido, y por qué no, también se asocia directamente a escoger una carrera de prestigio, como las mencionadas al inicio de esta entrada.
El éxito no se ciñe completamente a un negocio (a pesar de que si lo buscamos en el diccionario lo nombra explícitamente). Si hablamos de la vida, podríamos decir que tener éxito en la vida, es tener un resultado feliz en ésta. ¿Has pensado qué cosas te harían realmente feliz? Pero de verdad... Dejando de lado las metas estándar como tener una carrera, tener dinero, o tener una casa grande. Piensa en para qué quieres esa carrera, en qué gastarás el dinero, con quién quieres vivir en la casa grande... Hay metas, éxitos mucho más allá de los que nos han impuesto! Lo inmediato lo debemos tomar como eso, como algo inmediato, como un medio para alcanzar la verdadera felicidad, la cual difícilmente se alcanzará con una abultada cuenta en el banco si es que no sabemos para qué la queremos. Y más importante aún, si las cosas que debemos hacer para alcanzar estos éxitos impuestos nos quitan la felicidad... ¿De qué estamos hablando? Por favor, abramos los ojos, intentemos ser felices, y que nuestras preocupaciones solo existan como medio para lograr esto, no como objetivo en sí! Invito a todo aquel que lea este blog que se pregunte... ¿Qué quiero ser?
Mi sello en este blog será adjuntar una canción que pueda ayudar a la reflexión asociada a la entrada ;)
Acá adjunto "Podría Ser", del cantautor español Ismael Serrano.
Mi sello en este blog será adjuntar una canción que pueda ayudar a la reflexión asociada a la entrada ;)
Acá adjunto "Podría Ser", del cantautor español Ismael Serrano.
miércoles, 13 de octubre de 2010
Espejos
Como humanos que somos, funcionamos comunicándonos, existimos porque otro nos escucha y pensamos, a veces, según lo que piensan los demás. No podríamos estar solos en el mundo, nos volveríamos locos, dudaríamos de nosotros mismos. Pero también es en la comunicación donde está la trampa, comunicamos más de lo que creemos y hacemos que los demás reflejen cómo nos sentimos, sin que nos demos cuenta.
Cuando andamos depresivos en general vemos todo gris, malvado e hiriente. La gente que nos rodea parece no atenderte, tratarte mal o herirte más. A veces incluso vemos que muchas personas con las que conversamos están tristes también. Cuando andamos felices es todo lo contrario y el mundo vibra con nosotros y todo reboza de energía.
Es que estamos transmitiendo nuestro sentir a los demás a través de pequeños detalles de nuestro cuerpo, nuestro cerebro lo absorbe inconscientemente y nos adaptamos a cómo está la otra persona. En este proceso todas las personas se transforman en un espejo, y nos realimentan con nuestro sentir, así como también pueden chocar diferentes estados y contagiarnos de felicidad cuando estamos tristes, o bajarnos el ánimo cuando estamos contentos.
El punto que quiero llegar es que muchas veces creamos nuestras propias atmósferas, nos encerramos en cárceles de emociones y de paso contagiamos al resto con lo que sentimos, sea bueno o malo. Y, esto tengo que aprenderlo si o si, me declaro culpable de no respetarlo, pensar más fríamente las cosas, fuera de esa reflexión que puede hacer más obscuro un negro pensamiento, o cegarnos en dicha cuando no la hay del todo.
miércoles, 29 de septiembre de 2010
Oportunidades
Siempre he escuchado que las oportunidades sólo se dan una vez y que hay que aprovecharlas, pero nunca he hecho caso o quizá nunca me doy cuenta que se me está pasando algo, que perderé esa opción. Esta entrada tiene mis ejemplos de por qué siempre hay que tomar lo que nos vaya dando la vida, tiene mis experiencias sobre no ver lo que se tiene en el presente inmediato y de cómo los miedos frenan las buenas ocasiones.
Cuando uno es pequeño no toma muchas decisiones, es la etapa más cómoda de la vida, se es joven para hacer de todo y se tienen tan pocas responsabilidades que uno de verdad lo disfruta. Es así como me metieron al Instituto Nacional, colegio que de una vez por todas me hizo madurar, de a poco, pero lo logró, me quitó esa actitud de pollito que tenía frente al mundo.
Es ahí donde me ofrecieron tomar un curso de programación, gratis, gracias a mis notas y a mis intereses en computación, el cuál rechacé por tener miedo a no tener tiempo, por temor a fallar. Ni idea que me podría haber servido para pasar de mejor manera mis cursos en la universidad, ahora que estoy en Ingeniería Civil Computación. Tampoco suponía que sería útil para tener una mejor práctica o incluso para ganar un poco de dinero trabajando en lo que me gustaba y estudiaba y no de goma en canal 13 (aunque de todas maneras fue muy buena experiencia).
Qué decir de mis experiencias con las mujeres, desde 7mo, cuando hacían esos típicos intercambios de cartas, me llegaban hojas de papel escritas por alguna niña del Liceo 1 o del Carmela Carvajal, pero que rechazaba también por miedo, ya ni me acuerdo a qué, a pesar de que era sólo un juego, las primeras aproximaciones. Luego cuando me hablaban yo me hacía el loco, me daba vergüenza conversar con mujeres, no fue hasta la enseñanza media que me empecé a soltar. Para qué decir que me perdí de varias salidas y de quedar como ñoño (no es que no lo sea ahora).
Más adelante en mi vida, entré a la Universidad y tuve que buscar mi primera práctica vinieron todas mis inseguridades, no sabía cómo poder ser útil con lo que había aprendido, así que en vez de ir y preguntar en todas partes, fui y le pedí a un familiar que me metiera en una empresa que conocía. Pues llegué a ese lugar, me aceptaron pero no hice nada útil, nada que se pudiera usar, no gané nada, sólo un buen rato en las fiestas de fin de año.
Sin embargo, para mi segunda práctica aprendí mi lección y a punta de demostrar lo que valgo obtuve un muy buen trabajo, quizá no con tanta paga, pero que si valió la pena por la experiencia que gané, por los beneficios que la empresa tuvo gracias a lo que hice y principalmente por la sensación de ser útil, de generar cosas que le sirven a alguien más que uno mismo.
Luego, ya como detalle, tuve dos encuentros bastante extraños, de esos que Dios (o el azar si no cree en él) te regala sin avisarte antes, como para estar prevenido. Un día en mi viaje a casa de todas las tardes, subí al bus que me esperaba a la salida de la estación del metro y me senté como siempre en los asientos más altos, como que me gusta verlos a todos, dos amigos subieron después pero sin encontrar asientos contiguos, detrás de ellos una bella mujer de mi edad más o menos que se sentó adelante de mi con uno de los amigos, mientras el otro se sentaba al lado mio. La cosa es que seguían conversando, un poco incómodos entre las dos filas de asientos, por lo que les dije si cambiábamos de asientos para que así ellos quedaran en una misma fila y todos fueran felices, ellos aceptaron y quedé junto a la niña. Reímos los cuatro por todo el show que hicimos con el cambio de asientos, y tiramos algunas tallas. Luego afloró mi timidez, saqué unas hojas y me puse a estudiar, tenía control al otro día, era mi excusa perfecta para tranquilidad de mi conciencia. Pasó un tipo vendiendo chocolates, no le presté mayor atención, la niña al lado mio le compró uno. Lo increíble es que lo guardó hasta el momento en que bajó de la micro y me lo regaló, quedé casi en shock, no alcancé a articular una sola palabra y la perdí de vista y también de la vida. Era obvio que ese viaje estaba hecho para conversar con ella.
En otro viaje a mi casa después de una visita a una amiga, al salir del tren vi con una gran maleta a otra bella mujer, también de mi edad, a la cuál accedí a ayudar. Mientras subíamos las interminables escaleras hasta la superficie fui conversando con ella sobre el por qué de su maleta, dónde estudiaba, etc. Al llegar arriba me lo agradeció y yo partí al paradero de la micro, sin preguntarle nada más, haciéndome el noble caballero sin intenciones ocultas. Sin embargo noté cómo ella esperaba que nos hubiéramos conocido más, me quedó mirando un rato mientras caminaba hacia al paradero, total su semáforo estaba en rojo. Otra oportunidad más que dejé pasar, por timidez, miedo, simplemente por ser idiota, todas las anteriores.
En el fondo, al menos para mi, la lección es estar atento a todo lo que pasa a nuestro alrededor, no se sabe nunca lo que estamos perdiendo por el simple hecho de decirle no a estas ocasiones que nos regala Dios o el azar.
martes, 28 de septiembre de 2010
Tajadas de tiempo
En computación, antes de que existieran los procesadores de varios núcleos, para simular que la máquina que teníamos al frente estaba haciendo varias cosas a la vez, se tenía que recurrir a las tajadas de tiempo.
El tiempo de procesador se divide en varias tajadas pequeñas, de unos cuántos mili-segundos, de manera que se va repartiendo entre todos los procesos que están siendo ejecutados sin que ellos se den cuenta de ésto, logrando que todo parezca que se ejecuta en paralelo.
Con las personas es distinto, nuestra cabeza es limitada en ese sentido, no podemos hacer muchas cosas a la vez, somos incapaces de dividir nuestro tiempo de pensar en varias tajadas pequeñas. En general la pasamos distraídos en ideas vagas, juicios y prejuicios mientras caminamos mirando a otras personas, absortos en la nada muchas veces, pero siempre una cosa a la vez, sólo un hilo de palabras que llamamos corriente de pensamiento.
Juramos que somos capaces de lidiar con el celular mientras manejamos, de comer mientras trabajamos, de estar y hablar con los amigos mientras perdemos el tiempo en internet, de hacer miles de cosas a la vez, de sobrevender nuestro espacio y tiempo. De ahí comienzan las enfermedades modernas, como el estrés y la depresión.
Dejemos a las computadoras las tajadas de tiempo, que nosotros disfrutamos mejor las cosas haciéndolas de a una en una. No hay necesidad de tanto ajetreo, no hay razón para acelerar nuestras vidas y quemar la vela por los dos extremos, total es una sóla. Qué tanto se gana abarcando tantas tareas en un momento si no disfrutarás ninguna.
Ve a la mesa y sirve todos los platos del almuerzo juntos: entrada, plato de fondo y postre y echa un bocado de cada uno a tu boca a la vez. Es lo mismo, la calidad de nuestro trabajo baja mientras más cosas nos distraigan de nuestra meta principal. El sabor de nuestras comidas es afectado mientras más las combinemos. La felicidad que podemos obtener de nuestras pausas se ve mermada por cuantas más preocupaciones e ideas de otras instancias nos ataquen.
Cosas tan simples como apagar el maldito celular mientras vemos una película, atendemos una clase, realizamos un deporte o simplemente dormimos. Limpiar nuestra mente después del colegio/universidad/trabajo y hacer una pausa sin interrupciones. Comer tranquilos, con tiempo, saboreando y masticando cada cucharada. Hablar con otras personas mirándolas a la cara, poniendo atención a lo que dicen y muestran con sus cuerpos. Pensar en la noche antes de dormir, con todo en silencio, con todo oscuro. Leer un libro y pensar en lo que el autor quiso decir y no en lo que escribió textualmente. Disfrutar de un paseo guardando cada detalle.
Todo lo anterior, hacerlo sin remordimientos de que estamos perdiendo el tiempo, ya que no es algo que podamos perder. Lo que si podemos perder es la oportunidad de disfrutar todo lo que hacemos, incluso las cosas más cotidianas y habituales.
domingo, 19 de septiembre de 2010
Éxito y bienestar
Muchas veces me he preguntado qué es ser exitoso, como la mayoría de la gente creo, aunque es difícil con toda la influencia externa que se tiene a diario. Y no tiene que ver mucho con lo que llamamos material, en verdad nada. Ser exitoso en la vida, tiene que ver con cuan feliz uno es, y que tanto cumplimos nuestras propias metas.
Es raro, porque aunque éxito y bienestar es lo que todos buscan y van de la mano, para la economía actual un medidor del bienestar es el PIB (producto interno bruto) por cada habitante, por lo que vendría siendo el ser exitoso, tener mayor bienestar, o sea, mayo ingreso, por lo tanto más bienes materiales. Quizá acá cae el refrán de que el dinero no compra la felicidad, pero no es tan simple, porque hoy en día sin dinero no se puede hacer mucho, no se tiene calidad de vida.
La pregunta natural sería, es el PIB per cápita un buen medidor de bienestar, claro que no. Hay diversos factores, demasiados, dada la complejidad de cada persona, no solo cuánto tiene de ingreso. Tener más no hace a la gente más feliz, de hecho así lo demuestran las tasas de suicidio crecientes en los países desarrollados : http://www2.esmas.com/noticierostelevisa/especiales/013711/crece-suicidio-infantil-paises-desarrollados . Es debido a que la medición está ciega en lo que concierne a todo lo que se sacrifica por llegar a obtener ese bienestar, que al final no sirve de nada.
Acá en Chile, muchos de los hogares terminan prácticamente abandonados en horario laboral, la mayoría de las parejas tiene que recurrir a que ambos trabajen para sustentar la casa y otorgar el nivel de vida ansiado. Es de esa forma que los niños, si es que los tienen, o crecen solos o al cuidado de nanas y a los papás se les ve muy poco. Es más las parejas en si nada se ven lo que lleva a otro gran problema, la tasa de separaciones, en donde el 50% de las parejas llega a divorcio. Tanto así que la tasa de rupturas matrimoniales es la misma que de casamientos, incluso superándola : http://latercera.com/contenido/741_193448_9.shtml.
Entonces, qué nos lleva a la felicidad, a creer que hemos conseguido el éxito, a tener bienestar. Cada uno debe pensar bien en el fondo qué le gustaría hacer con su vida, qué metas cumplir, cómo ser feliz de tal manera que se pueda dar bienvenida a la muerte sin miedo, incluso recibirla con los brazos abiertos, por que de una u otra manera todo está cumplido, tu vida está completa, como si completaras el puzzle de millones de piezas y te dieras por satisfecho.
En el término del camino, no seremos recordados por lo que alcanzamos a tener, sino por lo que hicimos y cumplimos en nuestra vida. No hay manera mejor para ser inmortal, creo yo, que vivir en la mente de todos los que te conocieron. Entonces, para el éxito, no existe otra manera que vivir nuestra vida y no dejar que nos consuman el trabajo, deberes, o demás cosas que no son para nosotros, que no nos llenan, que tienen tanta importancia como los programas de la tarde en la TV. Sólo gastan nuestro tiempo. Si hay algo que reconozco útil de la economía, es que el tiempo vale muchísimo, sólo que en medirlo se equivocan ellos, pues no hay precio que se pueda pagar para obtener un minuto más de vida.
Suscribirse a:
Comentarios (Atom)