miércoles, 29 de septiembre de 2010

Oportunidades

Siempre he escuchado que las oportunidades sólo se dan una vez y que hay que aprovecharlas, pero nunca he hecho caso o quizá nunca me doy cuenta que se me está pasando algo, que perderé esa opción. Esta entrada tiene mis ejemplos de por qué siempre hay que tomar lo que nos vaya dando la vida, tiene mis experiencias sobre no ver lo que se tiene en el presente inmediato y de cómo los miedos frenan las buenas ocasiones.

Cuando uno es pequeño no toma muchas decisiones, es la etapa más cómoda de la vida, se es joven para hacer de todo y se tienen tan pocas responsabilidades que uno de verdad lo disfruta. Es así como me metieron al Instituto Nacional, colegio que de una vez por todas me hizo madurar, de a poco, pero lo logró, me quitó esa actitud de pollito que tenía frente al mundo.
Es ahí donde me ofrecieron tomar un curso de programación, gratis, gracias a mis notas y a mis intereses en computación, el cuál rechacé por tener miedo a no tener tiempo, por temor a fallar. Ni idea que me podría haber servido para pasar de mejor manera mis cursos en la universidad, ahora que estoy en Ingeniería Civil Computación. Tampoco suponía que sería útil para tener una mejor práctica o incluso para ganar un poco de dinero trabajando en lo que me gustaba y estudiaba y no de goma en canal 13 (aunque de todas maneras fue muy buena experiencia).
Qué decir de mis experiencias con las mujeres, desde 7mo, cuando hacían esos típicos intercambios de cartas, me llegaban hojas de papel escritas por alguna niña del Liceo 1 o del Carmela Carvajal, pero que rechazaba también por miedo, ya ni me acuerdo a qué, a pesar de que era sólo un juego, las primeras aproximaciones. Luego cuando me hablaban yo me hacía el loco, me daba vergüenza conversar con mujeres, no fue hasta la enseñanza media que me empecé a soltar. Para qué decir que me perdí de varias salidas y de quedar como ñoño (no es que no lo sea ahora).

Más adelante en mi vida, entré a la Universidad y tuve que buscar mi primera práctica vinieron todas mis inseguridades, no sabía cómo poder ser útil con lo que había aprendido, así que en vez de ir y preguntar en todas partes, fui y le pedí a un familiar que me metiera en una empresa que conocía. Pues llegué a ese lugar, me aceptaron pero no hice nada útil, nada que se pudiera usar, no gané nada, sólo un buen rato en las fiestas de fin de año.
Sin embargo, para mi segunda práctica aprendí mi lección y a punta de demostrar lo que valgo obtuve un muy buen trabajo, quizá no con tanta paga, pero que si valió la pena por la experiencia que gané, por los beneficios que la empresa tuvo gracias a lo que hice y principalmente por la sensación de ser útil, de generar cosas que le sirven a alguien más que uno mismo.

Luego, ya como detalle, tuve dos encuentros bastante extraños, de esos que Dios (o el azar si no cree en él) te regala sin avisarte antes, como para estar prevenido. Un día en mi viaje a casa de todas las tardes, subí al bus que me esperaba a la salida de la estación del metro y me senté como siempre en los asientos más altos, como que me gusta verlos a todos, dos amigos subieron después pero sin encontrar asientos contiguos, detrás de ellos una bella mujer de mi edad más o menos que se sentó adelante de mi con uno de los amigos, mientras el otro se sentaba al lado mio. La cosa es que seguían conversando, un poco incómodos entre las dos filas de asientos, por lo que les dije si cambiábamos de asientos para que así ellos quedaran en una misma fila y todos fueran felices, ellos aceptaron y quedé junto a la niña. Reímos los cuatro por todo el show que hicimos con el cambio de asientos, y tiramos algunas tallas. Luego afloró mi timidez, saqué unas hojas y me puse a estudiar, tenía control al otro día, era mi excusa perfecta para tranquilidad de mi conciencia. Pasó un tipo vendiendo chocolates, no le presté mayor atención, la niña al lado mio le compró uno. Lo increíble es que lo guardó hasta el momento en que bajó de la micro y me lo regaló, quedé casi en shock, no alcancé a articular una sola palabra y la perdí de vista y también de la vida. Era obvio que ese viaje estaba hecho para conversar con ella.

En otro viaje a mi casa después de una visita a una amiga, al salir del tren vi con una gran maleta a otra bella mujer, también de mi edad, a la cuál accedí a ayudar. Mientras subíamos las interminables escaleras hasta la superficie fui conversando con ella sobre el por qué de su maleta, dónde estudiaba, etc. Al llegar arriba me lo agradeció y yo partí al paradero de la micro, sin preguntarle nada más, haciéndome el noble caballero sin intenciones ocultas. Sin embargo noté cómo ella esperaba que nos hubiéramos conocido más, me quedó mirando un rato mientras caminaba hacia al paradero, total su semáforo estaba en rojo. Otra oportunidad más que dejé pasar, por timidez, miedo, simplemente por ser idiota, todas las anteriores.

En el fondo, al menos para mi, la lección es estar atento a todo lo que pasa a nuestro alrededor, no se sabe nunca lo que estamos perdiendo por el simple hecho de decirle no a estas ocasiones que nos regala Dios o el azar.

martes, 28 de septiembre de 2010

Tajadas de tiempo

En computación, antes de que existieran los procesadores de varios núcleos, para simular que la máquina que teníamos al frente estaba haciendo varias cosas a la vez, se tenía que recurrir a las tajadas de tiempo.
El tiempo de procesador se divide en varias tajadas pequeñas, de unos cuántos mili-segundos, de manera que se va repartiendo entre todos los procesos que están siendo ejecutados sin que ellos se den cuenta de ésto, logrando que todo parezca que se ejecuta en paralelo.

Con las personas es distinto, nuestra cabeza es limitada en ese sentido, no podemos hacer muchas cosas a la vez, somos incapaces de dividir nuestro tiempo de pensar en varias tajadas pequeñas. En general la pasamos distraídos en ideas vagas, juicios y prejuicios mientras caminamos mirando a otras personas, absortos en la nada muchas veces, pero siempre una cosa a la vez, sólo un hilo de palabras que llamamos corriente de pensamiento.

Juramos que somos capaces de lidiar con el celular mientras manejamos, de comer mientras trabajamos, de estar y hablar con los amigos mientras perdemos el tiempo en internet, de hacer miles de cosas a la vez, de sobrevender nuestro espacio y tiempo. De ahí comienzan las enfermedades modernas, como el estrés y la depresión.

Dejemos a las computadoras las tajadas de tiempo, que nosotros disfrutamos mejor las cosas haciéndolas de a una en una. No hay necesidad de tanto ajetreo, no hay razón para acelerar nuestras vidas y quemar la vela por los dos extremos, total es una sóla. Qué tanto se gana abarcando tantas tareas en un momento si no disfrutarás ninguna.

Ve a la mesa y sirve todos los platos del almuerzo juntos: entrada, plato de fondo y postre y echa un bocado de cada uno a tu boca a la vez. Es lo mismo, la calidad de nuestro trabajo baja mientras más cosas nos distraigan de nuestra meta principal. El sabor de nuestras comidas es afectado mientras más las combinemos. La felicidad que podemos obtener de nuestras pausas se ve mermada por cuantas más preocupaciones e ideas de otras instancias nos ataquen. 

Cosas tan simples como apagar el maldito celular mientras vemos una película, atendemos una clase, realizamos un deporte o simplemente dormimos. Limpiar nuestra mente después del colegio/universidad/trabajo y hacer una pausa sin interrupciones. Comer tranquilos, con tiempo, saboreando y masticando cada cucharada. Hablar con otras personas mirándolas a la cara, poniendo atención a lo que dicen y muestran con sus cuerpos. Pensar en la noche antes de dormir, con todo en silencio, con todo oscuro. Leer un libro y pensar en lo que el autor quiso decir y no en lo que escribió textualmente. Disfrutar de un paseo guardando cada detalle.

Todo lo anterior, hacerlo sin remordimientos de que estamos perdiendo el tiempo, ya que no es algo que podamos perder. Lo que si podemos perder es la oportunidad de disfrutar todo lo que hacemos, incluso las cosas más cotidianas y habituales.

domingo, 19 de septiembre de 2010

Éxito y bienestar

Muchas veces me he preguntado qué es ser exitoso, como la mayoría de la gente creo, aunque es difícil con toda la influencia externa que se tiene a diario. Y no tiene que ver mucho con lo que llamamos material, en verdad nada. Ser exitoso en la vida, tiene que ver con cuan feliz uno es, y que tanto cumplimos nuestras propias metas.

Es raro, porque aunque éxito y bienestar es lo que todos buscan y van de la mano, para la economía actual un medidor del bienestar es el PIB (producto interno bruto) por cada habitante, por lo que vendría siendo el ser exitoso, tener mayor bienestar, o sea, mayo ingreso, por lo tanto más bienes materiales. Quizá acá cae el refrán de que el dinero no compra la felicidad, pero no es tan simple, porque hoy en día sin dinero no se puede hacer mucho, no se tiene calidad de vida.

La pregunta natural sería, es el PIB per cápita un buen medidor de bienestar, claro que no. Hay diversos factores, demasiados, dada la complejidad de cada persona, no solo cuánto tiene de ingreso. Tener más no hace a la gente más feliz, de hecho así lo demuestran las tasas de suicidio crecientes en los países desarrollados : http://www2.esmas.com/noticierostelevisa/especiales/013711/crece-suicidio-infantil-paises-desarrollados . Es debido a que la medición está ciega en lo que concierne a todo lo que se sacrifica por llegar a obtener ese bienestar, que al final no sirve de nada.

Acá en Chile, muchos de los hogares terminan prácticamente abandonados en horario laboral, la mayoría de las parejas tiene que recurrir a que ambos trabajen para sustentar la casa y otorgar el nivel de vida ansiado. Es de esa forma que los niños, si es que los tienen, o crecen solos o al cuidado de nanas y a los papás se les ve muy poco. Es más las parejas en si nada se ven lo que lleva a otro gran problema, la tasa de separaciones, en donde el 50% de las parejas llega a divorcio. Tanto así que la tasa de rupturas matrimoniales es la misma que de casamientos, incluso superándola : http://latercera.com/contenido/741_193448_9.shtml.

Entonces, qué nos lleva a la felicidad, a creer que hemos conseguido el éxito, a tener bienestar. Cada uno debe pensar bien en el fondo qué le gustaría hacer con su vida, qué metas cumplir, cómo ser feliz de tal manera que se pueda dar bienvenida a la muerte sin miedo, incluso recibirla con los brazos abiertos, por que de una u otra manera todo está cumplido, tu vida está completa, como si completaras el puzzle de millones de piezas y te dieras por satisfecho.

En el término del camino, no seremos recordados por lo que alcanzamos a tener, sino por lo que hicimos y cumplimos en nuestra vida. No hay manera mejor para ser inmortal, creo yo, que vivir en la mente de todos los que te conocieron. Entonces, para el éxito, no existe otra manera que vivir nuestra vida y no dejar que nos consuman el trabajo, deberes, o demás cosas que no son para nosotros, que no nos llenan, que tienen tanta importancia como los programas de la tarde en la TV. Sólo gastan nuestro tiempo. Si hay algo que reconozco  útil de la economía, es que el tiempo vale muchísimo, sólo que en medirlo se equivocan ellos, pues no hay precio que se pueda pagar para obtener un minuto más de vida.

sábado, 18 de septiembre de 2010

Egoísmo

Hay gente, y no es un grupo menor, que cree que es el egoísmo el motor de nuestra vida. Que todo lo que hacemos puede ser reducido a este sentimiento y que cualquier otra cosa que pase por nuestra mente es producto de él. Es más, hay quienes afirman que si no obráramos a través de él, entonces nuestra sociedad estaría acabada, como lo escribió Mandeville en su fábula de las Abejas.

Es quizá porque siempre nos han enseñado así, a recibir para dar, a no dar nuestro brazo a torcer, o sea, a negociar. Incluso suena lógico escrito así, nadie se cuestiona que debemos ser así, como si fueran axiomas del universo conocido. Además es como si de pronto la humildad fuera mala, es una posición que toman los tontos, los que no tienen éxito.

Veamos nuevamente la televisión también, como todas las tardes luego de llegar del colegio/universidad/trabajo o lo que sea que hacíamos en el día, y notemos cómo alimenta nuestros egos y hace que sea el egoísmo el que prime. Cada uno de los programas muestra que las personas exitosas usan tal auto, porque es mejor que el de los demás y tu serás feliz siendo el mejor; usan tal maquillaje porque serán más hermosas que las demás y causarán envidia; toman tal bebida alcohólica porque así demuestran que son geniales y especiales en frente de todo el resto. No se ven personas humildes (hay excepciones, pero que confirman la regla), no vende, no alimenta tu ego, no se ven personas compartiendo, a menos que sea cerveza, claro.

Para ser exitoso en estos tiempos tienes que despojarte de todo, lo que no sea material, es como si te invitara Jesús, sólo que esta vez más verde, y rectangular y cae en tu billetera. Total, según Adam Smith o Newton, sólo somos animales manchados con el pecado original, no podemos razonar ni llegar a la verdad, lo único que nos hace especiales es ese poder de negociación, nuestro egoísmo, la mano invisible. Qué recomiendan ellos, pues hacer todo lo que está a tu alcance por alcanzar el famoso bienestar, y no sentir culpa por no ayudar a los demás, puesto que dios lo tiene todo planeado. Y de esa visión gris del hombre se inicia lo que hoy llamamos economía.

¿Será verdad todo esto? yo creo que no, puedo estar equivocado, soy humano, pero no me es posible imaginar que todo lo que hacemos de alguna manera es por egoísmo. Cómo por ejemplo una madre sería capaz  de tener hijos, si para ella supone un gran sacrificio para su cuerpo, para el resto de su vida, es algo que no puede ser reducido a aumentar el propio ego. O amar a otra persona, y dar para quizá no recibir nada a cambio. O dar la vida por otra persona como en muchas ocasiones se ha visto.

Ahora bien, lo que más me llama la atención, es que de todos los sentimientos y emociones que tiene el hombre, se haya elegido ese. O que nos simplifiquen de esa manera para cuadrar en modelos matemáticos complejos que no logran de todas formas prever lo que ocurrirá en la bolsa, tanto que al final tirar una moneda es más confiable si quieres saber si comprar o vender acciones. Somos más que egoísmo, tenemos mucho más motivos que nos guían en nuestra vida y es por eso que nuestra sociedad está enferma, no calza con los números, somos incompatibles con el modelo de sociedad en que hemos confiado, tanto así que las nuevas generaciones no saben en que creer y buscan la verdad en nuevas modas, drogas, alcohol, excesos.

No se cuál es la solución, no puedo proponer un nuevo modelo económico, pero si se que necesitamos vernos entre nosotros completamente, con todo lo que somos y todo lo que nos guía día a día. No negociar todas nuestras relaciones con las demás personas, dar y no esperar recibir siempre, ver que la otra persona que tienes en frente no quiere siempre su propio beneficio, confiar más en quienes conocemos. Alguien dirá que suena bonito, pero imposible, y eso es justamente el pensamiento que tenemos adentro, el que critico, puesto que es el nerviosismo que produce que todo lo que nos han enseñado no sea verdad, es el miedo a ver a las personas de una manera positiva, es el temor de no saber cómo reaccionarán los demás contigo. Todos pensamos más o menos igual, sólo que de alguna manera se las han arreglado para hacernos ver que no es así.

jueves, 16 de septiembre de 2010

La vida

Cuando viajo en el metro me pregunto lo que deben preguntarse todas las personas, por qué cresta vamos todos con esa cara larga de día lunes. Es increíble, todos metidos ahí haciendo nada más que verse feo la cara unos con otros. Da miedo decir hola, quizá la persona agarre lo primero que tenga a mano y te golpee, al menos esa impresión da desde el propio punto de vista.

Es que todo nos individualiza, nos separa, no nos quiere en relación con los demás. "El pueblo unido jamás será vencido" quizá hay algunos por ahí que tienen miedo de que se cumpla.

Desde el colegio que te empiezan a poner trabas, todo es una competencia, hay niños que son porros, otros que son mateos, y están los que no les importa mucho eso. Pero se genera rivalidad, el placer de ser mejor que el resto, ocultar lo que haces porque te pueden copiar. Al menos en las pichangas y demás juegos se rompía ese esquema, pero un atisbo da de cómo serán las cosas más adelante, sólo que en esta etapa como que no son en serio, no te afectan tanto.

La televisión también te va haciendo más egoísta, más individualista, más aparte de la gente. Muestra cómo puedes, literalmente, cagarte al resto. Que si usas tal o tal cosa serás apreciado por los demás y podrás estar un escalón arriba mirándolos hacia abajo. Que si tienes algo, no debes compartirlo, debes presumirlo. Que el único éxito, no es ser feliz, es tener poder y dinero, o quizá, sólo dinero.

El trabajo se transforma después en tu prisión, ya que es lo que te da dinero, y como la televisión te enseña que sin él eres nada, trabajas y trabajas. ¿y el tiempo para ser feliz? que más da, ser feliz no da dinero, no te pone por sobre los demás, no te hace más grande para esta sociedad. Todos quieren ser felices, supongo, pero nadie está dispuesto a hacer un sacrificio para serlo.

Por último, terminamos en el metro o en la micro, o en el taco si vas en auto, viéndonos las caras sin ánimos, total, qué gano yo o tu haciendo amigos, eso no hace dinero. Por Dios que suena frío todo, y nosotros sin hacer nada, aceptando lo que nos llega y lo que nos dicen esas personas tan expertas en economía, pero no en seres humanos, por algo algunas de sus áreas se llaman "Recursos Humanos", estamos reducidos a ser tan importantes en una empresa como los muebles, los computadores o la nueva alfombra.

Qué tanto daño podemos hacer diciendo "hola", da miedo, pero es algo irracional, instalado en nuestros cerebros por todas las cosas que escribí anteriormente. Si todos somos personas y sabemos comunicarnos, o al menos usar un poco eso que llaman lenguaje (en este caso el español). ¿Qué ganamos? saber lo que le ocurre a otras personas, cambiar nuestro punto de vista, moverlo a uno más general, dirigir de alguna manera el barco a donde todos queremos ir.

Probablemente esto ya lo escribió alguien, o quizá ya lo pensaron millones de personas, pero aun sigo viendo en el día a día las mismas caras aburridas. Si hay alguien que piense parecido, genial, si no, bienvenido sea a expresar lo que no le parece, total nadie es dueño de la verdad, si aun no se dan cuenta algunos, no tiene precio, al menos no monetario.